- Hola Roxana – escribo y añado un emoticono de carita feliz.
- Hola Guillermo, ¿también en tu hora de refrigerio? – y me envía un zumbido para apresurar mi respuesta.
Intercambiamos algunas bromas de oficina, le digo que mi partido de fútbol se canceló y entonces quedamos para vernos mañana. Emoticono de carta triste y me informa que su break ha culminado, respondo con signos de exclamación: Estoy tarde, Roxana, de acá tengo que ir todavía a mis clases de inglés. Nos vemos mañana, ‘bye bye’ (dirty mono). Y entonces lo suelta, su despedida bíblica, cuando pocas pero siempre precisas veces la envía: “Guillermo, recuerda, sé prudente. La Biblia dice que David actuaba con prudencia y conforme al corazón de Dios”. Mi cara, literalmente, hace un gesto que la convierte en un emoticono mientras que unas letras rojas y enormes levitan sobre mi computador: “¡PLOP!”. Está bien, Roxana, lo tendré en mente, confía en mí (emoticono guiño de ojo más sonrisa).
El punto es que en mis veintiún años de experiencia he aprendido a respetar a las incoherencias que me sueltan a guisa de mensaje de galleta de la fortuna. ¿Qué cangrejos (Chico Cáncer + Chica Cáncer = emoticono de carita feliz, más o menos así: =] ) podía significar “Sé prudente, Guillermo; Cáncer, sé prudente” . Señora, déme una PEPSI, y corro para abordar la combi que me llevará a San Marcos.
Guillermo, sé prudente; Cáncer, sé prudente…
Estaba en el entretiempo, afuerita de mi salón de inglés, conversando con mi partner, con mi amiga que gusta del tenis, mi adorable compañera Milagros, recordando nuestros exámenes de admisión en aquel marzo del dos mil seis, cuando escucho la musiquita intimidante de cuando el Caballero de Géminis hace su primera aparición ante Cisne Hyoga y Andrómeda Shun (ver Saint Seiya); la cosmos energía dorada inunda el pasillo y se oyen los chasquidos de tacos de una mujer de bandera.
- Milagros, confía en mí: entremos al salón – generalmente siempre nos quedamos afuera hasta que el profesor regrese ya que ahí podemos charlar más amenamente.
- ¿Ah? No entiendo.
- Si no entramos ahora tendremos problemas.
- Pero Guille…
- Ya es tarde, perdóname, entra al salón tú… (con voz heroica: ¡Yo la detendré, tú huye!)
Era ella…
Nota del autor del blog: Para mí, románticamente, los hombres se dividen en tres grupos:
A. Los hombres felices: ellos no tienen su respectiva ‘Ella’, aún no conocen eso que creemos amor y por ello son bienaventurados.
B. Los que se creen felizmente comprometidos: Su ‘Ella’ genera leves problemas, como todas, sin embargo y siendo justos, el mayor problema generalmente son ellos. Son los ‘ganadores’, los que llevan los pantalones en las relaciones, los que disponen, los que tienen embobadas a sus enamoradas; los machistas celosos. Nunca han sufrido por estar con una chica y por ello vagamente conocen el término ‘enamorado’ ya que lo leyeron en el diccionario.
C. El grupo al que pertenezco: Estos chicos sólo tendrán una ‘Ella’ en toda su vida. Son los típicos perdedores en el amor, pero sin embargo, los que más han sufrido por la musa, los que pelearon mil y un batallas, los que a guisa de Ulises vivieron su Odisea para poder estar con la ‘Ella’ caprichosa, vanidosa y hermosa. Sin embargo, al mes de la relación fueron abandonados, Ella corta la relación amorosa, no más besos, no más cafés, no más ‘Te quiero más siete, Guishe’, ni siquiera en sueños otro ‘I love you so much’, pero Ella continúa ahí, inmortal en la figura dorada de ‘Ella, mi ex enamorada’, porque desde pequeña comprendió que para los hombres como enamorada es mortal, pero como EX es eterna, divina, como Mundra el Inmortal. Generalmente son diabólicamente bellas como astutas, viles y macabras como los más grandes villanos de las tiras cómicas de Batman. Tendrán otros enamorados, miles, pero siempre estarán en tu camino, porque tú ya lo sabes: ambos se complementan, se odian, pelean, pero como un tumor maligno, son una parte de ti que jamás podrás separar hasta el día en que te maten .por fin y de una vez por todas-.
(Continuemos)
Era ella…
- Rayo de Aurora, ¡ataca!
- ¡Hyoga, no!
- ¡Ahhh!
Me siento invadido, indefenso. Ella entra ahora también en mis clases de inglés, hermosa, con un sueldo de dos mil soles al mes, con tacos, maquillaje, radiante, y yo; mediocre, con zapatillas, un buzo, mi PEPSI cola en mano y mi barbita de cuatro días. Le ofrezco mi botella, ella acepta y le da un sorbo, se saca los audífonos y desenfadadamente, sin decir ‘hola’, dice:
- No puedo creer que te haya gustado ‘El Parque de las Aguas’, es la peor huachafada que pudieron construir en Lima.
- Al menos es original. Además tienen el Premio Guinness al chorro de agua más alto del mundo.
- Yo fui dos veces: una con Jaime (mi ex mejor amigo) y luego con mi familia. ¡Ag! (y el rostro que pone es más claro que cualquier emoticono de la computadora)
- Supongo que es cuestión de la compañía, ¿no?
El tiempo se acaba, el profesor regresa, tengo que volver, me despido y veo cómo se aleja por el largo pasadizo mientras que yo me siento como Batman, encerrado en el asilo de Arkham, observando como el Joker se aleja. Me siento en mi carpeta, Milagros me esquiva la mirada, le doy el último sorbetazo a mi PEPSI, hago una canasta con mi botella en el tacho de la basura, el profesor ordena abrir los libros en la página setenta y siete y se oye una estruendosa risa femenina y los eternos chasquillos de los tacos alejándose por el pasillo.
Post Scriptum
Hyoga es enviado por Géminis hacia la casa de Libra donde finalmente se enfrenta a Acuario (vaya enredo en las Doce Casas). Hyoga no puede apartar sus sentimientos y es derrotado y sepultado por su maestro, Camus de Acuario… Ella es Acuario, y bien lo dijo mi amigo Mondri, mi astrólogo personal: “Cuidado, Cáncer, ya que Acuario, de entre todos los signos del zodiaco, es el más capacitado para hacerte papilla”.