sábado, 28 de marzo de 2009

COSAS ESTÚPIDAS QUE HICE CUANDO ALE ME DEJÓ

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“Si no estás dispuesto a parecer estúpido, no mereces estar enamorado”
- Anónimo; lo escuché en el 2006, pero no recuerdo dónde ni cuándo*
Muchos de los numerales que a continuación serán enumerados son provenientes del fenómeno de la causa – efecto, no se vaya a pensar, como Hans Kelsen lo ha hecho en su Teoría Pura del Derecho, que se debe al fenómeno de la imputación. Tampoco se caiga en el error, por favor, de creer que el título hace alusión sólo al marco temporal post 28 de octubre del 2007, ya que Ale lo dejaría para siempre muchas veces en su historia; empiece a contarse desde noviembre del 2006 hasta el día de hoy, ya que el autor sigue y seguirá hablando de ella a manera de un muerto que perdura como voluntad y seguirá perdurando.

1.
Empecé predicar a todo aquel que se topara conmigo mi experiencia alexandrina a guisa de un Bryce adolescente, llegándome a convertir de esa manera en El Hombre que hablaba de Alexandra Violetta de San Marcos (sí, con doble “t”). Luego, con el pasar del tiempo, tristemente me daría cuenta que, a pesar de contar la misma historia con distinto estilo: con sentido del humor, con cólera, con tristeza, el final seguía siendo el mismo.
2. Empecé a escuchar canciones como Mi Historia entre tus dedos (Gianluca Grignani) y Para no olvidar (Andrés Calamaro); luego, para mi mal, eso se degeneró en temas como: La copa Rota (siempre versión Calamaro, por favor) y Frente a una copa de vino (Luis Aguilar); esta última canción con gran repercusión familiar puesto que gracias a un seguimiento histórico, luego de llorar mucho, logré descubrir que mi papá también lloraba con esa canción cuando era joven.
3. Asalté la canasta navideña mientras todos estaban fuera y así me di mi gran borrachera para toda la vida
[1]: tres partes de ginebra Gordon, una parte de vodka, media de Kina Lillet, que no es vermut, agitado hasta estar frío y luego servido con una cáscara de limón larga y fina; todo esto con This is the last time (Keane) como fondo musical… ¡La cerveza apesta!
4. En estado de ebriedad empecé a escribirle una carta de feliz cumpleaños a Ale, Otra vez querida Alexandra; carta con la que, posteriormente, gané el Premio a la Epístola romántica más estúpidamente bonita escrita antes por adolescente alguno.
5. Dediqué un día entero a descargar todas las canciones alexandrinas para escucharlas eternamente desde mi baticomputadora. Además y todavía copié todas las fotos de su Hi5 para terminar imprimiendo nuestra primera foto juntos, colocarla en una mica y llevarla siempre en el bolsillo de mi camisa.
6. Empecé a comer y comer para darle una demostración fisiológica de mi profunda depresión; no resultó puesto que soy de contextura ultra delgada; jamás engordaré.
7. Mandé al demonio mis estudios, me compré una casaca de cuero y mi plan era convertirme en el chico malo de la universidad; tampoco resultó porque todos en mi facultad se encariñaron conmigo, además, a pesar de no estudiar sacaba buenas notas, y los chicos malos no sacan buenas notas, así que era yo un fracasado en todos los aspectos.
8. Me pedí prestado por curiosidad el DVD de esta nueva versión de James Bond, Casino Royal, y terminé llorando como un bobo y gritando a todo pulmón: “¿Por qué, Alexandra, traicionaste a Bond, James Bond?”; todo esto para que mi hermano me dijera que no, “Vesper traicionó a James Bond, Ale te traicionó a ti”.
9. Proyecté toda mi frustración en los partidos de fútbol dominicales y busqué mil y un pleitos, hasta tal punto de terminar sangrando y de arquero suplente por indisciplinado.
10. Aproveché esa ternura que desprendía para buscarle reemplazo a Alexandra en muchas chicas; fue mi más grande fracaso, ninguna sabía igual.
11. Un día desperté recordando que Alexandra se había dado un piquito con una amiga en común llamada Artemisa, así que me pareció ver resuelto el problema del numeral 10. Cacé a Artemisa convertido yo en un vampiro de amor, antes que otro galán terminara por estropear el rastro de los labios de Alexandra. Tuve una especie de “relación” con Artemisa, pero al fracasar nuevamente, ella me envió derechito a seguir escuchando a Andrés Calamaro. Me deprimí aún más.


Luego de eso caí en cuenta que me había degenerado demasiado desde que Ale me dejó, me dije a mí mismo que ella jamás querría volver a saber de mí si seguía en ese estado así que opté por el cambio, por mi redención, así que…


1. Fui a los juegos mecánicos para sentir la adrenalina al tope y empezar a gritar con todas mis fuerzas desde las alturas, el vértigo, y la profunda caída… Fue una buena terapia.
2. Regresé a mi iglesia como cual hijo pródigo, sin embargo, a pesar de mi mentalidad positiva, eso me deprimió aún más: absolutamente nadie me reconoció ahí. No podía creer que había cambiado tanto a tal punto de ser irreconocible.
3. Ello me condujo a comprarme dos discos de Mar de Copas: lo mejor, y uno exclusivo de Las trece baladas; además de desempolvar mi casette de Gianmarco
[2].
4. Busqué trabajo en el periódico y así inicié con la compra – venta de mermeladas de fresa a nivel mayorista: invité a Alexandra a salir con mi primer sueldo… Otro fracaso más, así que me compré un Play Station 2 para poder ser –ahora virtualmente- un Leon Scott Kennedy por siempre enamorado de su Ada en Resident Evil 4… “¿Quién es esa mujer, Leon?” (refiriéndose a Ada), “Es una parte de mí de la que no puedo deshacerme”… ¡Ada!, y Alexandra llamándome Pinocho y yo respondiéndole “Siempre tuyo, mi Hada Azul”.
5. Me matriculé en un curso de inglés ya que Ale siempre me hablaba en inglés, y qué bonito se le ve… Ella, I love you so much, Guishe; y yo, falling love, I love you plus seven, darling…
6. Decidí ponerme a estudiar en serio… Lo gracioso es que estudiando no obtenía tan buenas calificaciones como en mis días de chico malo… En la biblioteca me la pasaba dibujando ojitos alexandrinos en todas las páginas múltiplos de siete de mis libros jurídicos.
7. Le colgaba el teléfono cada vez que me timbraba para luego terminar timbrándole yo desde “número oculto”.
8. Ya que su príncipe Disney favorito era Eric de The little Mermaid, le dije a mi hermano que me enseñara a tocar la flauta, así que me aprendí la cancioncilla Disney… Terminé atrayendo roedores a mi casa… No es broma, es cierto.
9. Convencido de que por más que tragara jamás engordaría, empecé a hacer ejercicios con todas las canciones alexandrinas como temas de entrenamiento. JA JA JA Como motivación extra pegué fotos del infeliz que estaba con ella en cada coquito de mi balón de fútbol, así perfeccioné mis tiros de larga distancia.
10. Y, finalmente, después de darme cuenta de la inexistencia de algún futuro (como dice ella), dándome cuenta que no tengo nada de príncipe Eric, que tengo más de Aladdin, de rata callejera, y sabiendo que debo dejar de pretender ser quien no soy, le construí su Gran Museo Alexandrino con reliquias como el sombrero de Indiana Jones
[3], el ticket de entrada para Los Simpsons The Movie, la rosa anaranjada, las hojas del Murciélago Mentiroso, la piedra del pingüino, entre otros tesoros propios de mi fetichismo amoroso, todo con un gran respeto hacia el pasado. Para no olvidar, Calamaro, para no olvidar; ¡salud con ese vino que el olvido ha destruido!
11. El once como Post Scriptum: el 14 de febrero del 2009, tres años después, la volví a ver: uno de esos inmortales encuentros por San Valentín de medio tiempo… Quizá fue lo último que hice al caer la noche: crear este blog alexandrino titulado Prisioneros de Nocturnidad, en honor a ese Bryce adolescente, en honor a aquellas visitas que Alexandra me hacía en aquellos atardeceres de verano. Esta es mi prisión, Alexandra –le dije aquel catorce-, que sólo me libera al morir el sol para poder verte por siempre entre tinieblas, porque los sueños vienen de noche, amor mío, sólo de noche. Creé este blog para poder seguir hablando de Alexandra Violetta de San Marcos.


[1] Hay que mencionar que el autor nunca antes se había emborrachado en su vida. Ya luego de esa ocasión lo han encontrado bebiendo acompañado por su amigo Juancito la Navaja Benites.
[2] El pobre autor, al estar ebrio, canta evocando a Gianmarco: “¿Dónde estarás? Te estoy esperando en el BAR, yo te estoy guardando un lugar y no te veo llegar”… Algunos pérfidos dicen que es porque más piensa en el alcohol que en ella, sin embargo cierta doctrina nacional autorizada sustenta que es por el temor que nuestro escritor le tiene al MAR.
[3] El vagabundo escritor cogió su sombrero como nombre de alias para escribir semanalmente en su blog, a manera de homenaje. El estudiante sanmarquino, Guillermo López, siempre se mofa de éste llamándolo “Hincha, mentiroso y fantoche”, ya que afirma que sólo hace esas “pavadas” para reconquistar a la chica en mención. Se sabe de una disputa entre éstos dos escritores aficionados ya que Guillermo López afirma que Ale lo ama a él y no a Indiana Jones (entiéndase: el autor del blog)

lunes, 2 de marzo de 2009

Cupid’s lonely hearts club band

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No crean que este es un cuento de los muchos, de los tantos que van por allá sin rumbo fijo solo porque lleva la palabra Cupido, ni una letra desfigurada de las miles que van en busca de cirujanos de la estética.



Cupid’s lonely hearts club band

(El club de los corazones solitarios de Cupido)



Desde aquí se puede ver ese circulo torpe resplandeciente, una mano temblando y un lápiz demasiado tembloroso también, ese circulo es la defenestrada luna desde el ángulo de la ventana de mi habitación, un circulo ridiculizado completamente en la salsas contemporáneas, como la lluvia, como nosotros los del club de los corazones solitarios.



Es de noche y sin embargo puedo ver, en acuerdo y confabulación con la oscuridad y con permiso de la luna todos los objetos de mi habitación; mi estante, mi escritorio, mi cama propia donde aun estoy acostado y respirando torpe y estúpidamente, en fin, puedo ver el ordenador descansando de las calurosas tardes de verano, demonios pienso, el reloj sigue su marcha como el bombo, bombom de una pieza de rock acelerada, así pasa el tiempo, presuroso; Ya tal vez estemos mañana, ya no es hoy, demonios ,sigo pensando, y siguiendo pensando me levanto en cuclillas y revisó el calendario del año pasado, sí, ya es mañana, aprovecho que me he levantado y busco mi discman en el tercer cajón de mi bureau , es inútil, acabo de recordar que lo malogré, por tocar ahí, donde decía en tres idiomas diferentes: Do not touch the lens, Ne pas toucher la lentille, Die Linse nicht berühren. Demonios, sigo pensando, miro el ordenador como ultimo cómplice de una noche que pronostica, será de insomnio; no aguanto más, necesito escuchar música. Lo he prendido, definitivamente ya es mañana, pero aun de madrugada y no por la mañana, no he prendido el monitor, cuando inserte el disco en la lectora el Windows Media se abrirá solito, cuando inserte el disco en la lectora... demonios otra vez, la lectora está malograda, eso solo le puede pasar a la gente del club, voy al dormitorio de mi hermano y le pulseo su discman, lo único que me falta es que no tenga pilas, seguramente eso sucederá, sí, se equivocan al pensar que sí tuvo pilas, porque no las tuvo, pero este es uno de los casos, pocos en realidad, en que agradezco tener más de un hermano, voy a la habitación de este otro y sustraigo, sin hacer ruido, su discman; ya está, lo prendo y en la pantalla indica que las baterías están debidamente cargadas, felizmente, mi emoción es tal que no lo toco sino lo acaricio, saco el estuche de mi disco y lo abro, el disco rueda por el piso describiendo rutas caprichosas, demonios, mi Yellow submarine songtrack, lo capturo después de haberlo perseguido por toda la habitación a la luz de la defenestrada luna, desde el ángulo defenestrado de mi ventana que a la sazón en italiano es fenestra, lo pongo en el discman, y pongo de frente la canción número seis Lucy in the sky with diamonds, un nombre que me sugiere estrellas de diamantes y no de gases y fuego inclemente, un cielo que brilla por reflejos luminosos y no con luz propia, un reflejo de lo que puede hacer otro ser, de la iluminación que se puede alcanzar gracias a otro ser incandescente y obviamente decente. No se rian, what makes you think you’re special when you smile? Ocho, Sgt. Pepper’s lonely hearts club band. Nueve. With a little help from my friends. Doce, All you need is love. Increíblemente ese es el orden por el que iré esta vez, siguiéndola entre letras y reglones irregulares, sin métrica, lo siento, yo no tengo el talento de Martín Adán y ya se que Bertoldo diría estas cosas mejor pero no las diría nunca. Yo las diré y trataré de ser fiel a esa realidad que me he inventado como te inventé a ti misma y como apareciste y te materializaste como verdad y realidad universales. Cupid’s lonely hearts club band es el titulo que se me ha ocurrido para escribir esto, que tal vez por allá llamarán aquello y que no deja ser entre ser esto y lo otro solo una palabra de escasas letras mezquinas. Pero sería injusto solo ponerme a mí, si leen bien es el club de los corazones solitarios y un club obviamente es un conjunto y un conjunto nunca es uno, ahí esta McDonald y tambien cierta ave legendaria, cierto Vizconde que no me cae para nada, y una felina que dice miau, pero he aquí la historia principalmente de esos dos locos que piensan que llevan mucho honor por sus venas y se creen los últimos de los caballeros, algo así como el Quijote, ellos son el Ave Fénix y el Vizconde de Monte-Cristo que hace ya meses, según la historia que he escuchado contar buscan conquistar a sus respectivas musas, a lo que ellos llaman en actitud bélica los “Reinos Alexandrinos” y es que en sus sendas confesiones ambos se dieron cuenta de que mucho más de una historia de amor desesperada los unía, de que un Javier Velasco no podía haber escrito nada más por casualidad “El diablo guardian” para que llegue a las manos inmortales del Fénix y que tampoco Alejandro Dumas hubiese escrito “La reina Margot” para que doscientos años después el Vizconde la ignore, y es que ellos saben que tal vez morirán en duro calvario , aún mas espantoso que el de aquellos La Mole y Coconnas que murieron por adorar a unas sombras y que murieron porque ellas tambien los amaron, ellos morirán tal vez por una negativa, dos o a lo mucho tres, porque ellos tampoco creen ser hombres que se rindan al primer “NO”. Club de los corazones solitarios, y se dieron cuenta que a más coincidencias sus segundos nombres coincidían como piedras hermanas en los templos de Machu Picchu, que la una era demasiado inteligente y la otra demasiado hermosa, que la una habla perfectamente el inglés pero lo evita y que la otra lo adora y no lo habla tan bien. Las coincidencias tal vez los llevaran a hacerse los mejores amigos del mundo, solamente porque son unos excéntricos y necesitan contarse sus excentricidades y porque tambien se creen una suerte de Peter Pan, que se cuentan cuentos de niños y que se hacen chistes de grandes, pero se los ve a uno extrovertido y al otro todo lo contrario, pero en ambos se esconde la timidez sin limites, la timidez enfermiza que los lleva a decir o hacer lo que deben tartamudeando todo y siendo tan incomprensible que seria necesario buscar en sus corazones. Los dos soñadores han buscado nombres de dibujos animados y cuentos para nombrarlas, una es Pucca y la otra Blanca Nieves, así las han inventado, porque cuando se da otro nombre a una persona se la reinventa toda, y deja de ser esa persona y pasa a ser la otra, si se los viera, lo comprenderían, han llegado casi al limite de volver a reinventarlas dándoles sus nombres originales, y eso ya sería demasiado y yo se los he dicho pero no me han hecho caso, ahora se les pregunta o se les pide una descripción y ellos se limitan a decir respectivamente: como Pucca o como Blanca Nieves.



El Club de los corazones solitarios sabe que el fénix va algo más adelantado que el Vizconde, que al menos a podido arrancar un beso a una Pucca enamorada y confundida y más confundida y siempre enamorada, que el Fénix aparece y se va y cambia de forma para convertirse en el Diablo guardián, que el fénix ha aguantado golpes rudos y que convertido en Diablo guardián sufrió una herida mortal y que tal noticia lo envió del mismo cielo al mismísimo infierno, pero que como Ave Fénix sabe que saldrá adelante aunque sus alas ya no serán las mismas y que no lo llevarán tan lejos, pero sabe que podrá volar, que ya no lo hará como antes pero que volará del recuerdo y es que así es él. El otro, el Vizconde, ya está en el infierno de su cobardía, añoranza y vuelta a tiempos que ya han pasado, que han muerto y que se niega a enterrar por completo, que insiste en recordar aunque ciertos fragmentos le sean dolorosos, el Vizconde ha caído tanto y tan fuerte que ya hasta desconfía de su propia memoria, ¿y si llegara a olvidarla? Se ha preguntado más de una vez, y por eso lleva y fragmenta recuerdos, perdido en su pasión que trata de ahogar, se consuela al ver muy de vez en cuando dos videos que tiene de Blanca Nieves, siempre en bailes y así él la ha inventado alegre, nuca triste, nunca con una lagrima , nunca seria, solo alegre, y una foto que lleva en su libreta de notas, porque el dice que todo miembro de la nobleza debe llevar un libro de notas, le recuerda cada vez que lee, una sonrisa y una presentación vil, temerosa y fugaz de una Blanca Nieves con olor a flores multicolores, no con olor a lavanda porque el dice que ya está demasiado comercializado y que con ese olor las madres limpian el piso todos los días, con olor a tulipanes y buganvillas, le recuerda que no debe escribir poemas sino tan solo leerlos, que Bécquer no tiene nada que decir, que es mudo y el lo reinventa tambien porque no lo quiere leer, solo lee a Martín Adán solo lee Aloysius Acker que de amor no tiene nada, ni siquiera el verso final, tal vez como él piensa que Blanca Nieves hace lo mismo, y tiene lo mismo para él, él cuenta y la verdad que no sé yo si es cierto, que solo por pensar en Blanca Nieves le dijo que no a otra chica cuando estudiaba en una academia, y lo que sé como verídico es saber que el Vizconde que siempre es orgulloso a tenido que comerse sus palabras, que él las da como la mayor garantía, por culpa o como él dice gracia de Blanca Nieves; ha puesto tambien esa canción de The Beatles, que se llama All you need is love y que para los neófitos es aquella canción que sale en Panamericana por el día de San Valentín en su móvil, y ha robado fotos y ha visto tantas otras, fue ella la que mató en él la moral, fue ella la que le hizo ver que la frontera de los limites eran los limites propios, y así llegó a pensar que la inocencia no dependía de uno mismo, sino de los otros, de aquellos soñadores que las inventan porque como Dios crean a imagen y semejanza de sus respectivas imágenes idílicas.



Así ellos, todos los domingos juegan a inventarlas de nuevo, en el Cupid’s lonely hearts club band, las ven, las oyen y las conocen las mismas, que son y son como deberían ser y para qué más, ellos piensan recordando tambien que: There’s nothing they can write, that can’t be wrote. Y entonces sonrisas maliciosas surcan sus labios, y se plantean que si el Grinch pudo arruinar la Navidad ellos con armas de agua, que esta vez serán letales, con rencor mucho y simpatía la misma mojarán, con la excusa de los carnavales, a aquellos enamorados, para que regresen temprano a casa sin haber visto Pretty Woman, ni El cadáver de la novia.


David García