Quizá ese fue mi milagro -no morado pero sí violeta- en octubre. El génesis fue el milagroso octubre a prueba de terremotos y de ahí fue calando a muchas otras festividades, tornando violeta los números rojos del calendario: un aterrador 'ya no te quiero' en Halloween, la promesa de un beso con luces de colores en Navidad, un 'te quiero más siete' en el Día de los Inocentes, una 'putamadreada' en su cumpleaños y este blog por escribir en San Valentín... Por ahí una carta asesina de las que advierte Raphael al final de Carnavales, un cuento que improvisé en mi onomástico para que la cursilería y el sentimiento no se me escape frente a ella, una escarapela metálica en Fiestas Patrias, el anhelado 'Sí' en Primavera y, como para terminar con el año 'violettano' con un show de despedida, una pelea de box en nuestro primer mes, donde fui yo el que terminó con un ojo morado. En ese 2007 tampoco pude comer turrón, me parecía demasiado ironico.
Ante la ausencia de más argumentos literarios, y aprovechándome del mes para forzarme a escribir, escuchando el nuevo disco de los Hombres G que mi hermano acaba de comprar, saboreo después de tanto esta tradición limeña que ya no es más dulce para mi diabético paladar. Quizá mi lengua perdió en aquel 2007 esa adicción infantil por el caramelo y la miel. Noto entonces que ella marcó mi calendario en festividades estratégicas, matando la tradición porque, lamentablemente, no habrá repeticiones costumbristas en esta historia, sólo el recuerdo y el culto casi religioso de aquel que va a visitar a los suyos en el cementerio por el Día de los Muertos.
Y tú, ¿tienes algún recuerdo por estas fechas?
Post Scriptum
A finales de los años 90 se publicó un cómic de Batman (ganador del Premio Eisner en 1998), titulado The long Halloween. En esta entrega el hombre murciélago va tras los pasos de un asesino conocido como Festivo, cuyo modus operandi era asesinar a sus víctimas en días marcados por el calendario (dígase Navidad, San Valentín, día de la madre, etc.), dejando como firma algún fetiche oportuno al día; el arma, un revolver silenciado por un chupón de biberón colocado en el cañón. El final del cómic mantiene su suspenso original, no sabiendo el lector si el asesino era el criminal confeso, si hubo más de un Festivo, ¿quién pudo haber sido? Quizá el mismo Harvey Dent, quizá su esposa... Yo creo que pudo ser Violetta.