viernes, 16 de abril de 2010

Érase una vez...


“Es como si alguien te hubiese disparado con un cañón en las tripas dejándote un enorme agujero. Al final, empieza a cerrarse desde fuera a adentro… y un día, será diferente. La carga no será tan pesada. Y entonces oirás una canción, o alguien reirá, o el viento soplará en la dirección equivocada… y el agujero volverá a abrirse. Lo creas o no, se cura más deprisa cada vez. (…) No lo ‘superas’. Tienes que integrarla en tu vida. Aprender a vivir con ello. Pero… la vida mejora.”

- Fallen Son, Spiderman*



Y una vez más hago clic en ‘replay’ y vuelvo a escuchar –otra vez- la misma canción que voy oyendo desde hace media hora. El ejercicio es el mismo, ya lo he hecho antes, aunque antes me salió la mejor carta que haya escrito antes y nunca más; aumentar intensidades con la música, como si el teclado se convirtiera en un piano y mi tacita con café (regalo genial de Roxana) en vino (total, si Jesús en un estado de ánimo estable convirtió sin mucho esfuerzo el agua en vino, ¿por qué yo no, con melancolía extrema, no puedo transmutar la cafeína en alcohol de uvas negras). De todas formas sabía que terminaría así, escribiendo, pero el post iba a ser totalmente distinto, más colorido, como una canción llena de esperanza, narrando cómicamente el reencuentro casual pero excitante con una vieja amiga y una cita que le saqué, a tiempo récord 007, para la próxima semana, y, quizá, cerrar la entrada de la semana en este blog con un comentario alegórico a mi gloriosa U que allá en Buenos Aires extrajo un punto plateado que debería llenarnos de orgullo, pero, en fin, las cosas no siempre salen como esperamos.








Llego temprano a casa después de un arduo día de trabajo. Un malestar cardíaco y el recuerdo de no haber pagado mi seguro clínico universitario inclinaron mi juicio hacia mi casa en vez de hacia la universidad. “Ya me pondré al día”. Abro famélico la puerta del jardín y recibo la embestida de mi perro Lennon, nadie más en casa, sólo Lennon y yo. Caliento el almuerzo, el perro se pone a jugar con mi camisa de trabajo (“Total, es viernes”) y la computadora empieza a cargar. “Hoy toca escribir en el blog”, pienso, y con una sonrisa morbosa adjunto a la anécdota de mi próxima cita la foto de Selina tomando sol en la playa, y cómo mi jefa entró a mi oficina y me descubrió viendo embobado esa imagen en el ‘facebook’, y siento que Lennon está ahí, riéndose conmigo, no sé si porque leía mi mente o porque acababa de destrozar mi camisa guinda, pero ahí él, riendo, mi leal can. El plato de arroz con pollo en el escritorio y no sé por qué inicio sesión en el Messenger en vez de ir directo a la hoja en blanco del blogger.com.













- ¿Haciendo hora hasta que empiecen tus clases porque tienes miedo de entrar en tu facultad? –aparece la ventanita del Chat, el nick me dice que es Jon, un amigo del colegio.
- No, hoy me sentí mal y decidí tomarme el resto del día para escribir y recuperar fuerzas.


Abro el blog con la intensión de narrar mi nueva aventura con el sexo opuesto, pincho un trocito de carne con el tenedor y el ‘tucutín’ me interrumpe…


- Mira este video, Guille –y añade un enlace a youtube.
- Vale, le echaré un vistazo.





En realidad eso lo escribí por cumplir, ya que no confío mucho en los gustos musicales de mi buen amigo Jon, además yo ya estaba preparando mi propia música y Lennon y yo nos preparábamos para cantar aquel himno de ‘Los Prisioneros’, ‘El baile de los que sobran’ (yo iba a ladrar mientras que Lennon la haría de Jorge González)… ‘Tucutín’.






- Luego me das tu opinión acerca del video.






O sea, quería que, pa’ remate, vea el video clip; escucharlo no bastaba. “OK”, le respondí y clickeé el enlace. La canción no era conocida, la cantante menos, pero desde ya mi prejuicio descalificó (o calificó negativamente) el nombre, tanto de la canción como de la artista, sólo restaba ver el musical.






Sonrío ligeramente, como cual hermano mayor escucha las confesiones del torpe enamorado hermano menor. “¡Ay, Jon para sentimental!”, pienso sin poder decírselo y sigo sonriendo, porque quién no escucha canciones cursis o se comporta como un bobo cuando está enamorado… Se me ocurren dos frases a continuación: 1. “El que no se haya enamorado alguna vez en su vida lance el primer ‘cállate, baboso’”, y 2. “Aquel que no está dispuesto a parecer estúpido no merece estar enamorado”. Y dibujo mentalmente a mi pata Jon en el otro lado del monitor esbozando una sonrisa, esperando que le escriba “Está chévere tu video, hermano”. Pero sólo le envío un zumbido en señal de ‘triple cachetada; reacciona, Jon’ y añado un emoticono que ríe (algo así: =D ), porque en realidad yo estaba riéndome, y no porque me considere un insensible que escupe al amor y todas sus penosas manifestaciones, sino porque alguna vez yo también estuve enamorado, allá hace cuatro años, y creo que era tan o más cursi que mi amigo, y hasta escribía poesía con una rima tan forzada como tonta –aunque sincera y tierna-, e inventaba frases huachafas, enviaba mensajes de texto por el celular todo el día, etc.


- Tengo que aprender a pelear, Jon – le escribo por el Chat en alusión a su video.
- Yo también, Guille, de mis doce peleas que he tenido sólo he ganado dos –me responde, y yo sospecho que en esos momentos debe estar recordando nuestras peleas de cuando estábamos en el colegio. Humildemente les digo que yo le gané todas nuestras peleas (que fueron varias), pero debo reconocer que el golpe que en seco más me dolió fue un derechazo que el conectó en toda mi sien, casi casi me deja fuera de combate.
- Pero yo he sido un cobarde, Jon –le digo-, yo he ganado todas mis peleas, menos una –y empiezo a recordar-, todas, pero porque siempre peleaba aquellas en donde estaba seguro de vencer… He ganado todas, menos una (y termino la oración con emoticono sonriente con gafas oscuras. Ese es mi emoticono favorito, ya que oculta los ojos, uno ve la sonrisa pero no puede ver los ojos del emoticono; todo una bobería, lo sé).


“Y entonces oirás una canción, o alguien reirá, o el viento soplará en la dirección equivocada (o un amigo te enviará un enlace youtube por el Chat con un video que resucite al recuerdo)… y el agujero volverá a abrirse…”






Voy a por mi taza con café, regalo genial de Roxana, hago clic en ‘Replay’, le escribo a mi amigo Jon que su canción, que su video, me gusta mucho, le pongo cuatro pulgares ascendentes un calificación del cero al cinco, aunque sospechando que mi puntaje es en sobremanera subjetivo, y vuelvo a lanzar a mi emoticono sonriente con los anteojos oscuros. Y recuerdo…









“Gané todas mis peleas, menos una”… Aquella vez no falló mi preclasificación, cobarde, de oponentes, desde que lo vi entrar por la puerta de la cafetería sabía que no tenía oportunidad alguna de someterlo físicamente. Después de haber superado tantos problemas, malentendidos, obstáculos, estábamos juntos, oficialmente esta vez, y yo era el chico bobo más feliz del mundo. Celebrábamos nuestro primer mes juntos, oficialmente, con chocolatito caliente (en ese entonces aún no me entregaba a la cafeína) y esos jamones ingleses que a mí nunca me gustaron pero que ella me hacía comer. La cafetería era perfecta, siempre lo fue, el fondo musical del local era genial, como de película, poco creíble pero real en esas noches donde todo sugería un mundo de novela o de película animada de Disney, donde nuestra realidad superaba la ficción, y yo lanzo la frase más cursi y más repetida desde que el hombre tiene memoria: “Te amo”. HA HA HA Luego de aquella vez esa frase me pareció –y me parece hasta la fecha- de lo más cursi, de mal gusto, un mal chiste, y hasta sentía vergüenza ajena cuando algún amigo profesaba su amor por alguna mocosa de por ahí. Para mí, en esa noche, esa frase fue como endiablada, como un auto conjuro maligno, y en eso entra ese sujeto, desesperado, ladra algunas frases que yo no presto atención, hasta que escucho “Tú te vienes conmigo” y empieza a jalarla.










“Gané todas mis peleas menos una”… Lo cómico estaba en que mis otras peleas (las ganadas) eran estúpidas, muchas veces contra amigos, por algún partido de fútbol caliente, por salirme con la mía, porque algún idiota insultó a uno de mis amigos creyéndose superior por tener mayor número (esa frase de “conmigo somos dos contra tres, eso puede hacer más equilibrado esta pelea, ¿no crees, gordito?” era mi favorita); pero esa pelea en la cafetería, la más importante, la que tenía que ganar sí o sí, fue la que me retiró de los cuadriláteros callejeros.




- Me has traído recuerdos, Jon - le escribo a mi amigo.
- A mí también – responde, por lo que creo que hemos entrado en catarsis.







En las últimas mi única estrategia era tratar de no caerme, mantenerme de pie, como Rocky frente a Apollo (aunque mi rival tenía la talla del ruso y el cuerpo del negro de la tercera película), en la frontera, entre él y ella. “Ella no se va contigo, se queda conmigo”.






“Gané todas mis peleas menos una”… Pero esa noche en la cafetería, a pesar de haber perdido mi invicto, me sentí muy feliz. Generalmente, luego de una pelea, aunque ganada, uno nunca puede saborear la victoria ya que el enojo te priva de toda alegría, pero esa noche, a pesar de haber pintado de rojo el piso de la cafetería, yo estaba contento de que ella se haya quedado conmigo. Era yo tan baboso como Pegaso Seiya (sí, el caballero de bronce ese que caía antipático), y huachafo en extremo, ¡un gilipollas, pero feliz con la cara hinchada!... Fue la última vez que la besé.



He aquí el video que inspiró este post:











Post Scriptum:


* Mi amigo Jhonn, el que me envió el video, a diferencia de la historia, que es netamente ficticia, sí existe, y escribe, muy de vez en cuando, en este blog: http://www.jeasmkt.blogspot.com/

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah mendigos recuerdos!!

Hasta recordé cuando le dije por primer vez a mi novio te amo y el no me dijo nada U_U mugre insensible

ahora la verdad si me da verguenza, lo bueno que no lo he vuelto a ver

Rayos, iba a decir otra cosa y en eso me hablaron en el messenger y se me fue la idea, ¿Qué sería? ¿Qué Sería?...

:S

si me acuerdo de ratito te dejo otro comentario, era algo importante, bueno no tanto pero acorde a lo que escribiste

ahhh!!!

byE

Damian on 17.4.10 dijo...

la canción es horrible, los chinos feos, la melody esa es un asco.
no le hubiera dado play, debiste hacer lo mismo

G on 17.4.10 dijo...

Ya habrá tiempo para que te acuerdes, Nefertiti querida, y me lo dirás por messenger o por google talk.

Querido Damian, yo opino igual que tú respecto al video clip, incluso la letra de la canción nada tiene que ver con el video, que ello quede claro, sin embargo, ¿te ha pasado eso de que, ante un estímulo aparentemente insignificante (como la Melody esa), te cuelgas y eres transportado al pasado?