lunes, 5 de julio de 2010
Gracias totales
No es que mis historias se hayan acabado, es más, la vida empieza a escribir una nueva y, por una generosa amabilidad me quieren a mí como protagonista, y podría haber escrito historias miles desde el sábado quince de mayo (ese día se publicó el tercer número de ‘Ironman, Las cinco pesadillas’), pero es que esas historias ya no pertenecen a este blog: no hablan del pasado ni tampoco son esas citas que da igual si se repiten o no y donde la única finalidad es matar el rato porque la vida –en ese entonces pensaba- es para matarla de la manera más graciosa posible. Hoy por hoy me siento con vida, una como para vivirla y no para inventarla en el papel; y estoy agradecido por ello.
(8) I found a reason for me, to change who I used to be, a reason to start over new and the reason is you (8)
Sólo familiarícenme con esa parte de la letra, por favor.
Trabajo y estudio con más ganas, ya no respiro, suspiro; sólo chateo con una persona y hoy por hoy los emoticonos se me hacen indispensables en el Messenger. Digo cursilerías, pero las creo y salen de corazón, y, bueno, se me hace tarde y hoy almorzaré con mi enamorada.
Un abrazo, amigos.
lunes, 26 de abril de 2010
La primera cita del año
Sin embargo, de un tiempo a esta parte estoy poniendo todo de mi parte por recobrar ¿mi juventud? He vuelto a mi iglesia como en aquellas películas donde el antihéroe retorna a sus inicios buscando la redención, intento reunir a los amigos extraviados y construyendo nuevas amistades, lo mismo en el fútbol: convocando jugadores, ya veteranos, hermanos del ayer, y buscando jóvenes talentos, tratando de armar un coro de “Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar”; y pienso estudiar duro este año (todos los años empiezo diciendo lo mismo).
En fin, ante una escasez de año y medio, mi primera cita: Selina Medina, una chica que conocí años atrás en mis clases de inglés y que encontré a través de la Internet, mientras que yo revisaba correos antiguos entre ella y yo; copié su correo y la agregué a la nueva cuenta en ‘gmail’ (y es que me cambié de correo también porque quería conocer gente nueva y sólo agregaba uno que otro contacto, Selina se había quedado en el correo anterior). Ni bien la agregué apareció en línea y empezamos a chatear; tenía que salir pronto a la universidad y acordamos encontrarnos el lunes para tomar un yogurt y helados en una cafetería conocida.
Esperé con ansias toda la semana aguardando por el lunes, aguardando por Selina. Mientras trabajaba pensaba en ella, y en cada ratito libre entraba a su facebook para ver sus fotos, y hasta imprimí algunas cartas que nos escribíamos cuando ella estaba de viaje en Ancash (muy ‘hincha’, ¿cierto? Yo me decía a mí mismo que era un plan metódico para estar bien preparado). Y al fin llegó el lunes.
Los lunes son mis días libres, en ese día no tengo que ir a trabajar ni a estudiar, así que están destinados para estudiar de emergencia o para descansar, levantarme tarde y hacer ejercicios y entrenar para el partido de fútbol del domingo (quiero recuperar mi nivel deportivo). Me levanté con una sonrisa en el rostro y la memoria de Selina, me bañé y miré mi reloj, contando las horas hasta que sean las cuatro de la tarde (hora pactada). Abro mi ropero, semidesnudo y con la toalla de Batman envolviendo mi cintura (a lo que has llegado, querido Batman), y me asusto al ver que no tenía ropa limpia adecuada, las únicas ideas en ese momento eran: a) Coger la ropa de mi hermano menor, o b) ir de compras de emergencia. Opté por lo segundo. Ese era el día, después de año y medio de celibato, así que necesitaba indumentaria nueva, lo malo es que tengo pésimo gusto para vestirme, y a falta de tan pocas horas ya no tendría tiempo de convocar a alguna amiga que me acompañe a comprar ropa, sólo una chica disponible y cerca, pero era consciente que se enfadaría si le contaba la razón de las compras, así que llamé a uno de mis últimos leales amigos, a mi camarada, a mi defensa dentro y fuera de las canchas de fútbol, al buen Jon. Fui hasta su casa, y toqué a su puerta.
- Jon, cámbiate de inmediato, vamos a jugar ‘play’ (station) y… a comprar ropa (todo eso sonó muy gay, lo admito).
Yo asumo que él también estaba tan incómodo como yo, ya que mientras caminábamos hacia el centro comercial ninguno hablaba, y luego de un prolongado período de abstinencia verbal, él dijo:
- Guille, pero, la próxima vez haz como el GatoJuan: dile a una amiga que te acompañe.
- Sí, lo entiendo buen Jon, pero es de emergencia, créeme, y yo no confío en mis gustos.
- Tiene que ser la máquina de afeitar que usa Kaká, Jon, si no e esa no podré hacerla con mi amiga hoy.
- Todo lo que hace el marketing –respondió él, y es que es estudiante de marketing-.
Llegué a casa corriendo porque ya estaba retrasado, corrí para darme el segundo y definitivo duchazo, me serví velozmente mi almuerzo, desenvainé (como Arturo blandiendo por vez primera a su Escalibar) mi máquina de afeitar de Kaká, le quité cuidadosamente los stickers a la ropa recién comprada y me la puse encima, luego el agua de colonia y corrí a por la Daewoo, pidiéndole a Dios llegar temprano.
Al parecer Dios me había oído, al parecer, ya que me dio las tres y cuarenta y cinco en el Óvalo de José Granda, y en quince minutos exactos llegaría hasta la cafetería cerca de la San Marcos, apenas llegaría con unos cinco minutos tarde, pero como las chicas disfrutan llegando diez o quince minutos tarde, Selina no lo notaría. Pero Castañeda –alcalde de Lima- otra vez se interpondría entre mi intento de ser feliz, y otra de sus maniobras de destrucción masiva de Lima Metropolitana había bloqueado totalmente el pase, y los autobuses avanzaban, uno por uno, apenas diez metros cada diez minutos, y mi reloj ya marcaba las tres con cincuenta y cinco minutos cuando decidí lanzarme a la autopista y empezar a correr. Atravesé el óvalo de José Granda, la avenida Perú, el puente del río Rímac, y ahí recién pude ver que algunos carros ya podían correr libremente, abordé el primero a toda velocidad, sintiéndome muy Peter Parker, bobo, intentando llegar a tiempo a una cita con Mary Jane.
El reloj ya marcaba las tres con treinta y siete minutos cuando yo bajé y aún tenía que seguir corriendo ya que, gracias –otra vez- a Castañeda Lossio, ahora los carros no te dejan en la misma San Marcos. Un tipo me putamadreó por arrollarlo en mi carrera desesperada, trate de divisarla, había mucha gente, me metí a la autopista para poder correr libremente, cuando por fin la vi y ella me vio. No me detuve, seguí corriendo, sudando y con el cabello totalmente despeinado (la máquina de afeitar funcionaba, al menos futbolísticamente, ya que corrí más que el Loco vargas, más rápido que Kaká), ella me sonrió y con el dedo índice moviendo de derecha a izquierda me hacía ‘no, mal chico’; y no se me ocurrió nada más estúpido, ya que estaba exhausto, de abrazarla y pedirle perdón… ¡vaya galán!
Post Scriptum:
* Esta canción, que me la enseñó mi líder de célula, Roxana, se me ha quedado en la cabeza hasta el punto de escucharla cada vez que tengo problemas o estoy a punto de hacer algo malo, está inspirada en el pasaje bíblico: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” (Proverbios 23: 4)
* El día domingo estábamos en medio del primer partido oficial después de mucho tiempo, empatábamos uno a uno, era el segundo tiempo extra, todos agotados, y mandan un centro hacia mi arco; un delantero de mi talla pero el triple de pesado corre hacia mi portería, corro para alcanzar la pelota antes que él, la adrenalina del idiota que corre con dirección a la luz al final del túnel (que generalmente es la luz del tren) invade mi ser. En ese momento la memoria de Roxana, mi líder de célula cantando la cancioncita de arriba viene a mi mente: “Aunque yo esté en el valle de la muerte y dolor, Tu amor me quita todo temor, Y si llego a estar En el centro de la tempestad, No dudare porque tú estas a aquí. Y no temeré del mal, Pues mi Dios conmigo está, Y si Dios conmigo está, ¿De quién temeré, de quién temeré?”… Me elevo con las manos hacia el cielo y cojo el balón, contento porque hace tiempo que no lograba atrapar la pelota (recordemos que estaba en período de decadencia), recordando que los mejores arqueros se muestran en los minutos finales, cantando en mi mente: “No, no, no me soltarás, en lo alto, en lo bajo…”; y el gordo no logra frenarse debido a la carrera y la desesperación de los minutos finales y me arrolla literalmente, y me veo, en el aire, siendo impulsado hacia atrás, pensando que si sigo en esa dirección la pelota entrará conmigo y el gordo al arco, y pensando que eso no puede ocurrir, y, al mismo tiempo, que si suelto el balón para defender mi cuerpo arriesgaré el juego… (¡Diablos, cómo duele!) ¿Usted recuerda esa imagen en donde Benji, ante una situación similar, es arrojado con todo y balón hasta el poste del arco? Pues yo fui lanzado similarmente pero con gordo encima, lo bueno es que no hubo gol. Inmediatamente después Jon se disfrazó de medio campista y aportó el gol de la victoria para nuestro equipo y, se nos abrió el cielo, y hasta anotamos otro más antes de que acabara el partido: victoria de tres por uno, por lo cual: ¡no estamos viejos ni acabados, señores! Mamis, encierren a sus hijas, porque hay chico rompecorazones para rato, y ni bien termine de recuperarme de este atentado contra mi integridad física volveré a las canchas.
viernes, 16 de abril de 2010
Érase una vez...
“Es como si alguien te hubiese disparado con un cañón en las tripas dejándote un enorme agujero. Al final, empieza a cerrarse desde fuera a adentro… y un día, será diferente. La carga no será tan pesada. Y entonces oirás una canción, o alguien reirá, o el viento soplará en la dirección equivocada… y el agujero volverá a abrirse. Lo creas o no, se cura más deprisa cada vez. (…) No lo ‘superas’. Tienes que integrarla en tu vida. Aprender a vivir con ello. Pero… la vida mejora.”
- Fallen Son, Spiderman*
Y una vez más hago clic en ‘replay’ y vuelvo a escuchar –otra vez- la misma canción que voy oyendo desde hace media hora. El ejercicio es el mismo, ya lo he hecho antes, aunque antes me salió la mejor carta que haya escrito antes y nunca más; aumentar intensidades con la música, como si el teclado se convirtiera en un piano y mi tacita con café (regalo genial de Roxana) en vino (total, si Jesús en un estado de ánimo estable convirtió sin mucho esfuerzo el agua en vino, ¿por qué yo no, con melancolía extrema, no puedo transmutar la cafeína en alcohol de uvas negras). De todas formas sabía que terminaría así, escribiendo, pero el post iba a ser totalmente distinto, más colorido, como una canción llena de esperanza, narrando cómicamente el reencuentro casual pero excitante con una vieja amiga y una cita que le saqué, a tiempo récord 007, para la próxima semana, y, quizá, cerrar la entrada de la semana en este blog con un comentario alegórico a mi gloriosa U que allá en Buenos Aires extrajo un punto plateado que debería llenarnos de orgullo, pero, en fin, las cosas no siempre salen como esperamos.
Llego temprano a casa después de un arduo día de trabajo. Un malestar cardíaco y el recuerdo de no haber pagado mi seguro clínico universitario inclinaron mi juicio hacia mi casa en vez de hacia la universidad. “Ya me pondré al día”. Abro famélico la puerta del jardín y recibo la embestida de mi perro Lennon, nadie más en casa, sólo Lennon y yo. Caliento el almuerzo, el perro se pone a jugar con mi camisa de trabajo (“Total, es viernes”) y la computadora empieza a cargar. “Hoy toca escribir en el blog”, pienso, y con una sonrisa morbosa adjunto a la anécdota de mi próxima cita la foto de Selina tomando sol en la playa, y cómo mi jefa entró a mi oficina y me descubrió viendo embobado esa imagen en el ‘facebook’, y siento que Lennon está ahí, riéndose conmigo, no sé si porque leía mi mente o porque acababa de destrozar mi camisa guinda, pero ahí él, riendo, mi leal can. El plato de arroz con pollo en el escritorio y no sé por qué inicio sesión en el Messenger en vez de ir directo a la hoja en blanco del blogger.com.
- ¿Haciendo hora hasta que empiecen tus clases porque tienes miedo de entrar en tu facultad? –aparece la ventanita del Chat, el nick me dice que es Jon, un amigo del colegio.
- No, hoy me sentí mal y decidí tomarme el resto del día para escribir y recuperar fuerzas.
Abro el blog con la intensión de narrar mi nueva aventura con el sexo opuesto, pincho un trocito de carne con el tenedor y el ‘tucutín’ me interrumpe…
- Mira este video, Guille –y añade un enlace a youtube.
- Vale, le echaré un vistazo.
En realidad eso lo escribí por cumplir, ya que no confío mucho en los gustos musicales de mi buen amigo Jon, además yo ya estaba preparando mi propia música y Lennon y yo nos preparábamos para cantar aquel himno de ‘Los Prisioneros’, ‘El baile de los que sobran’ (yo iba a ladrar mientras que Lennon la haría de Jorge González)… ‘Tucutín’.
- Luego me das tu opinión acerca del video.
O sea, quería que, pa’ remate, vea el video clip; escucharlo no bastaba. “OK”, le respondí y clickeé el enlace. La canción no era conocida, la cantante menos, pero desde ya mi prejuicio descalificó (o calificó negativamente) el nombre, tanto de la canción como de la artista, sólo restaba ver el musical.
Sonrío ligeramente, como cual hermano mayor escucha las confesiones del torpe enamorado hermano menor. “¡Ay, Jon para sentimental!”, pienso sin poder decírselo y sigo sonriendo, porque quién no escucha canciones cursis o se comporta como un bobo cuando está enamorado… Se me ocurren dos frases a continuación: 1. “El que no se haya enamorado alguna vez en su vida lance el primer ‘cállate, baboso’”, y 2. “Aquel que no está dispuesto a parecer estúpido no merece estar enamorado”. Y dibujo mentalmente a mi pata Jon en el otro lado del monitor esbozando una sonrisa, esperando que le escriba “Está chévere tu video, hermano”. Pero sólo le envío un zumbido en señal de ‘triple cachetada; reacciona, Jon’ y añado un emoticono que ríe (algo así: =D ), porque en realidad yo estaba riéndome, y no porque me considere un insensible que escupe al amor y todas sus penosas manifestaciones, sino porque alguna vez yo también estuve enamorado, allá hace cuatro años, y creo que era tan o más cursi que mi amigo, y hasta escribía poesía con una rima tan forzada como tonta –aunque sincera y tierna-, e inventaba frases huachafas, enviaba mensajes de texto por el celular todo el día, etc.
- Tengo que aprender a pelear, Jon – le escribo por el Chat en alusión a su video.
- Yo también, Guille, de mis doce peleas que he tenido sólo he ganado dos –me responde, y yo sospecho que en esos momentos debe estar recordando nuestras peleas de cuando estábamos en el colegio. Humildemente les digo que yo le gané todas nuestras peleas (que fueron varias), pero debo reconocer que el golpe que en seco más me dolió fue un derechazo que el conectó en toda mi sien, casi casi me deja fuera de combate.
- Pero yo he sido un cobarde, Jon –le digo-, yo he ganado todas mis peleas, menos una –y empiezo a recordar-, todas, pero porque siempre peleaba aquellas en donde estaba seguro de vencer… He ganado todas, menos una (y termino la oración con emoticono sonriente con gafas oscuras. Ese es mi emoticono favorito, ya que oculta los ojos, uno ve la sonrisa pero no puede ver los ojos del emoticono; todo una bobería, lo sé).
“Y entonces oirás una canción, o alguien reirá, o el viento soplará en la dirección equivocada (o un amigo te enviará un enlace youtube por el Chat con un video que resucite al recuerdo)… y el agujero volverá a abrirse…”
Voy a por mi taza con café, regalo genial de Roxana, hago clic en ‘Replay’, le escribo a mi amigo Jon que su canción, que su video, me gusta mucho, le pongo cuatro pulgares ascendentes un calificación del cero al cinco, aunque sospechando que mi puntaje es en sobremanera subjetivo, y vuelvo a lanzar a mi emoticono sonriente con los anteojos oscuros. Y recuerdo…
“Gané todas mis peleas, menos una”… Aquella vez no falló mi preclasificación, cobarde, de oponentes, desde que lo vi entrar por la puerta de la cafetería sabía que no tenía oportunidad alguna de someterlo físicamente. Después de haber superado tantos problemas, malentendidos, obstáculos, estábamos juntos, oficialmente esta vez, y yo era el chico bobo más feliz del mundo. Celebrábamos nuestro primer mes juntos, oficialmente, con chocolatito caliente (en ese entonces aún no me entregaba a la cafeína) y esos jamones ingleses que a mí nunca me gustaron pero que ella me hacía comer. La cafetería era perfecta, siempre lo fue, el fondo musical del local era genial, como de película, poco creíble pero real en esas noches donde todo sugería un mundo de novela o de película animada de Disney, donde nuestra realidad superaba la ficción, y yo lanzo la frase más cursi y más repetida desde que el hombre tiene memoria: “Te amo”. HA HA HA Luego de aquella vez esa frase me pareció –y me parece hasta la fecha- de lo más cursi, de mal gusto, un mal chiste, y hasta sentía vergüenza ajena cuando algún amigo profesaba su amor por alguna mocosa de por ahí. Para mí, en esa noche, esa frase fue como endiablada, como un auto conjuro maligno, y en eso entra ese sujeto, desesperado, ladra algunas frases que yo no presto atención, hasta que escucho “Tú te vienes conmigo” y empieza a jalarla.
“Gané todas mis peleas menos una”… Lo cómico estaba en que mis otras peleas (las ganadas) eran estúpidas, muchas veces contra amigos, por algún partido de fútbol caliente, por salirme con la mía, porque algún idiota insultó a uno de mis amigos creyéndose superior por tener mayor número (esa frase de “conmigo somos dos contra tres, eso puede hacer más equilibrado esta pelea, ¿no crees, gordito?” era mi favorita); pero esa pelea en la cafetería, la más importante, la que tenía que ganar sí o sí, fue la que me retiró de los cuadriláteros callejeros.
- Me has traído recuerdos, Jon - le escribo a mi amigo.
- A mí también – responde, por lo que creo que hemos entrado en catarsis.
En las últimas mi única estrategia era tratar de no caerme, mantenerme de pie, como Rocky frente a Apollo (aunque mi rival tenía la talla del ruso y el cuerpo del negro de la tercera película), en la frontera, entre él y ella. “Ella no se va contigo, se queda conmigo”.
“Gané todas mis peleas menos una”… Pero esa noche en la cafetería, a pesar de haber perdido mi invicto, me sentí muy feliz. Generalmente, luego de una pelea, aunque ganada, uno nunca puede saborear la victoria ya que el enojo te priva de toda alegría, pero esa noche, a pesar de haber pintado de rojo el piso de la cafetería, yo estaba contento de que ella se haya quedado conmigo. Era yo tan baboso como Pegaso Seiya (sí, el caballero de bronce ese que caía antipático), y huachafo en extremo, ¡un gilipollas, pero feliz con la cara hinchada!... Fue la última vez que la besé.
He aquí el video que inspiró este post:
Post Scriptum:
* Mi amigo Jhonn, el que me envió el video, a diferencia de la historia, que es netamente ficticia, sí existe, y escribe, muy de vez en cuando, en este blog: http://www.jeasmkt.blogspot.com/
miércoles, 7 de abril de 2010
La Zapallal Liga de Campeones
Era ya el 25 de diciembre del 2003, en la madrugada, cuando abrí el regalo de navidad de papá y hallé, con asombro y alegría mucho, mi cámara fotográfica. Al año siguiente terminaba el colegio e iríamos, mis compañeros y yo, al Cusco como viaje de promoción; la cámara era necesaria. Sin embargo, en una carrera tecnológica como en la que nos encontramos, rápidamente mi cámara fotográfica fue desfasada por la cámara digital y la entrada del entonces célebre ‘Hi5’ que reemplazaba al clásico álbum de fotos familiar.
La ‘Zapallal Liga de Campeones’ era la liguilla de fulbito no profesional que tenía lugar en un barrio llamado Zapallal, en Puente Piedra; nuestro equipo participaba y el ‘Cupestadio’ era nuestro estadio oficial. Todo ello: los goles, las atajadas, y esas tardes gloriosas las empecé a revivir revisando cada página de aquel álbum en mi nueva baticueva.
Empezamos a jugar juntos cuando aún estábamos en cuarto de secundaria y todos nosotros éramos muy malos, ‘cojos’ para el soccer, todos menos Juan la Navaja Benites. Teníamos apenas quince años y debíamos luchar para que los grandazos (de veinte a cuarenta años) no nos boten de la canchita; fue así que empezamos a apostar: “Si nosotros ganamos, ustedes tienen que irse y nos dejan jugar”. Yo era el pequeño arquero, el cachorro Cancerberos que custodiaba nuestra portería junto a Pichón y a Viejo García, mis defensas; Manu en el medio Campo junto a Jorge Benites armando las jugadas, y Juan y Cupe nuestros delanteros netos, cartas de gol; y juntos nos tragamos pelotazos, tabazos, putamadreadas y hasta peleas en donde, por edad y estatura, terminábamos perdiendo. Juntos aprendimos a jugar mientras que nuestros rivales (hoy veteranos que se retiraron hace mucho del fútbol dominical en una loza de barrio) empezaron poco a poco a estrecharnos las manos y a llamarnos ‘Ñupi’ (más por nuestra corta edad que por nuestro juego colectivo).
ANUNCIOS:
1. Como ya se lo comenté a Nefertiti: mis clases han empezado, por lo que este blog carecerá de posts cotidianos… Si no redacto nada nuevo en, digamos, tres meses y medio, es porque no sobreviví a un año más en San Marcos. Kari querida, perdona por favor mis cada vez menos visitas en estos meses así como todas mis ausencias, pero la verdad es que… (yo soy Batman y por ello no podemos estar juntos).
2. A mis veintiún años ya me siento viejo y acabado, tanto para el fútbol como para la vida. Me iré al exilio, al Olimpo de los grandes Cancerberos de tres palos junto con Ibáñez, Zamora, Peruzzi, Óliver Khan, etc.
3. ¿La U clasificará a la siguiente etapa de la Copa Libertadores?
jueves, 25 de marzo de 2010
Mi nueva Baticueva
- The Amazing Spiderman*
La empezaron a construir mi abuelito, mi papá y su tío, mas la dejaron inconclusa, inhabitable, sin embargo, a manera de castigo, a guisa de prisión contra delincuentes adolescentes, mi abuelita lo encerraba ahí cuando se portaba mal. Pero ahí, como seguramente Bruce Wayne, entre las sombras, los pasadizos y las paredes sin tarrajear, mi papá le encontró un sentido, se sintió como en su hogar, y quizá comprendió que en ningún otro lugar se había sentido tan él mismo como en su baticueva, y recuerdo ahora una frase suya que de chico no entendí bien: “Es que, hijo, yo puedo dormir en muchos lugares, pero sólo aquí puedo descansar”.
En fin. Recuerdo que una de mis ex enamoradas me dejó por acusarme de carecer de ambiciones y planes de corto plazo, mientras que ella, un año menor que yo, ya pensaba con seriedad acerca de la maternidad, de conseguir un trabajo rentable que superara los quinientos soles mensuales y su independencia y un departamentito. Bueno, sé que cuando mi ex enamorada me decía todo ello no tenía precisamente en mente lo que poseo ahora pero, sí, al igual que mi papá cuando era joven, yo ya tengo mi propia baticueva, mi cuartito sin tarrajear, con baño, un rollito de papel higiénico, un lavabo y un foquito amarillo que representa a la luz eléctrica en el que he encontrado mi paz de sarcófago; parecido al laberinto del Minotauro, a la Casa de Asterión, en el que yo he instalado mi cubil y desde donde ahora os escribo. El domingo se canceló mi visita semanal a la iglesia, el partido de fulbito con los amigos, el playstation con mis primos, absolutamente todo ya que estábamos trabajando en la mudanza, en las últimas pinceladas a mi cuartito, desarmando, movilizando y volviendo a armar mi cama, mi ropero; removiendo mi cajoncito de los recuerdos y alterando el orden de mis cómics y libros para ubicarlos en su nueva biblioteca. Tenemos baticueva nueva.
ANUNCIOS:
- Bueno, en esta ocasión sólo para agradecer a Sandra Cu del blog 'Maestro Kiwi' (http://www.casiundiaperfecto.blogspot.com/) , ya que sin sus pericias cibernéticas este blog simplemente no funcionaría (y es que soy un cero a la izquierda con esto de las computadoras).
- Bueno, tuve un percance con el administrador de 'hotmail' por lo que nos hemos trasladado a 'gmail', este es el nuevo correo para cualquier eventualidad: jguillelt@gmail.com
jueves, 18 de marzo de 2010
En memoria de mi teléfono móvil
Teníamos un break de cuarenta y cinco minutos antes de iniciar con la siguiente clase (y de ahí seguía otra más hasta las diez y media de la noche), así que aproveché para invitarla de manera personal a mi propia fiesta sorpresa:
- Ale, hay que ir al cine, ¿qué dices?
- No, tenemos clases.
(‘Pero es mi cumpleaños’, quise gritarle, pero utilizar la vieja técnica de la lástima al cumpleañero me parecía una bajeza, en especial con ella, mi orgullo no se doblegaría a tanto)
- ¿Y si vamos a tomarnos un café?
- No tengo hambre.
(‘¿Y mi tortita o quequito de cumpleaños?’, me hubiera gustado preguntar, pero no)
Ahí, junto a ella, me quedé los siguientes cuarenta y cinco minutos restantes, pensando en, extrañando mi torta, queriendo, anhelando con desesperación de náufrago que mi mamá me sorprendiera tocando la puerta de mi clase de Derechos Humanos con mis tías y mi torta de cumpleaños, y quizá un muñeco de Pikachu con globos y que me coloque una gorrita estúpida sobre la cabeza.
- Guille, ya es hora, volvamos a clases.
- Anda sola, Ale, yo tengo que ir a otro sitio.
- ¿A dónde?
- A cantarme por ahí mi ‘Happy Birthday to me’.
Mientras cruzaba por la puerta tres y un cuarto de la universidad de San Marcos (sí, puerta 3 ¼; no es nada mágico como en la estación de Harry Potter, sino es más una necesidad gracias a los trabajos destructivos de nuestro siempre querido alcalde Luis Castañeda Lossio) sabía lo que pasaría: Alexandra me llamaría al celular, yo no podría colgarle ya que, supuestamente, no estoy molesto con ella, no, yo contestaría y ella me diría que vaya a clases, yo le diría que se viniera conmigo, ella jamás vendría conmigo así que a mí me tocaría mover: si iba, terminaría yo aún más resentido, y si no iba le daría excusas a ella para que se peleara conmigo, y, tras más de un año de guerra fría entre ella y yo, no quería más conflictos, así que apagué mi celular, lo apagué como tantas veces cuando quería estar solo, inencontrable; porque los teléfonos siempre fueron viles conmigo -salvo en el 2007-: siempre me dieron malas noticias, porque jugando con el celular de mi primera enamorada (y, lógicamente, mi primera ex) leí que ella no me quería como yo a ella; porque cuando ya estaba bañadito, perfumado y talqueado para mis citas más importantes mi celular sonaba anunciando, vía mensaje de texto, que ‘un percance imprevisto se interpuso y que ya no podremos vernos hoy, lo lamento mucho, Guille’, porque mi jefa (la abogada para la que trabajo) siempre detenía mis escapes vía teléfono móvil imponiéndome alguna otra tarea, importante y de último minuto; porque mis ex enamoradas siempre timbran cuando yo estoy con alguna otra chica despertando los celos de ésta y echando a perder la velada; nunca sonó (mi celular) cuando yo le suplicaba algo de compañía, jamás me contestaron alguna llamada de auxilio, y cuando lo hicieron sólo me decían que ‘en estos momentos es imposible vernos, Guille’, etc. Apagué el celular y deambulé por el caminito que aparentemente conduce a la Católica (y es que realmente conduce a otros sitios) y me compré un helado de cinco soles… Feliz cumpleaños a mí, Feliz cumpleaños a mí; Feliz cumpleaños, querido Guille, Feliz cumpleaños a mí…
Llegué al paradero de mi casa cerca de la media noche, aún me quedaban algunos minutos de cumpleañero cuando decidí encender mi móvil; ya era imposible salvar mi vigésimo primer cumpleaños pero al menos quería saber quién se acordó y envió un tímido saludo vía SMS; mentalmente, yo hacía apuestas conmigo mismo tratando de adivinar quién mensajeó y quién no. En fin, como ya lo había previsto, ella había llamado, y no solo una vez, sino varias, quizá tenía alguna sorpresa para mí después de todo y yo lo eché a perder (y es que, como siempre dice ella: “Tú siempre tienes la culpa, Guillermo, todo lo arruinas”). Llamo y me doy con la sorpresa que ella también apagó el celular, la contestadora contesta (¡vaya redundancia!).
“Hola, Alexandra, perdóname (¿’Perdóname’ por qué, por no entender que tus clases eran más importantes que mi cumpleaños?), sólo quería andar solo, tú sabes cómo me pongo yo de…
Y en eso alguien corre hacia mí con su mano estirada con dirección a mi oreja, yo logro agacharme, el sujeto queda delante de mí…
“Ale, bueno, me jodieron, Ale... No te preocupes, estaré bien, te llamaré ni bien llegue a casa… desde un teléfono público…
El tipo se abalanza contra mí mientras que yo le digo que se lo tome con calma, pero en ese momento recordé algo, quizá algo que en ese momento no debí recordar: a ella, hacía unas semanas atrás, también la asaltaron mientras conversaba conmigo por el celular, y ella se enfrentó al ladrón porque, según dijo, ‘era una street fighter’. Yo también quería ser un street fighter, además ella estaba conmigo (bueno, su contestadora estaba conmigo), no me podían dar una paliza estando su contestadora presente, estando Chun-Li presente, o al menos su contestadora; Puñetero, ladrón de pacotilla, no me vas a robar el día de mi cumpleaños. Y me fui a darle de cabezazos y puñetes, y una ‘patada biónica’ también...
Terminé golpeado y sin celular, lo más bochornoso es que mi pelea junto a mis desesperados alaridos de hombre caído en pelea callejera quedaron grabados en su celular (¡maldita tecnología!); y es que en ‘Street Fighter’ las peleas eran de uno contra uno y a mí me cayeron de a cuatro.
Ese celular fue un regalo de cumpleaños por parte de mi papá, era un ‘sapito’ Motorola, me lo dieron en el 2006 por haber ingresado a la universidad Mayor de San Marcos, todos los amigos que conocí fueron registrados en la agenda de ese celular, todos los amigos que perdí enviaron sus insultos y putamadreadas a ese, mi celular, a aquel aparatito que, a pesar de odiarlo, me había sido leal por todos esos años y que ahora ya no está... Porque aún recuerdo -como si te estuviera viendo- aquellos mensajes del 2007, aquellas charlas de medianoche gracias a nuestras promociones, aquellos timbrazos que recibíamos en tiempo de desgracia y que casi nos costaron mil y un infartos, porque estuviste ahí cuando la telepatía nos empezó a fallar... ¡Gracias!
ANUNCIOS:
- En este tiempo de infertilidad literaria (del que aún no salgo, ya que este improvisado post en particular es desastroso cuanto menos) fuimos (el blog y yo) visitados por gente nueva; a ellos les envío mis sinceras disculpas por este pobre texto (ya habrán tiempos mejores) así como les doy la bienvenida. Entre estos visitantes, quiero mencionar y agradecer a Silvio y a su papá, argentinos ellos, quienes me invitaron a jugar ajedrez en línea con ellos. La página de Silvio es entretenida para los que gustan del ajedrez, pudiendo competir tanto amistosamente como en campeonatos, por correspondencia. La página es esta: http://www.opengames.com.ar/
- Les dejo también un video de Los Hombres G, como para hacerla de fondo musical, la canción se titula Hace un Año:
viernes, 19 de febrero de 2010
Ella en mis clases de inglés
- Hola Roxana – escribo y añado un emoticono de carita feliz.
- Hola Guillermo, ¿también en tu hora de refrigerio? – y me envía un zumbido para apresurar mi respuesta.
Intercambiamos algunas bromas de oficina, le digo que mi partido de fútbol se canceló y entonces quedamos para vernos mañana. Emoticono de carta triste y me informa que su break ha culminado, respondo con signos de exclamación: Estoy tarde, Roxana, de acá tengo que ir todavía a mis clases de inglés. Nos vemos mañana, ‘bye bye’ (dirty mono). Y entonces lo suelta, su despedida bíblica, cuando pocas pero siempre precisas veces la envía: “Guillermo, recuerda, sé prudente. La Biblia dice que David actuaba con prudencia y conforme al corazón de Dios”. Mi cara, literalmente, hace un gesto que la convierte en un emoticono mientras que unas letras rojas y enormes levitan sobre mi computador: “¡PLOP!”. Está bien, Roxana, lo tendré en mente, confía en mí (emoticono guiño de ojo más sonrisa).
El punto es que en mis veintiún años de experiencia he aprendido a respetar a las incoherencias que me sueltan a guisa de mensaje de galleta de la fortuna. ¿Qué cangrejos (Chico Cáncer + Chica Cáncer = emoticono de carita feliz, más o menos así: =] ) podía significar “Sé prudente, Guillermo; Cáncer, sé prudente” . Señora, déme una PEPSI, y corro para abordar la combi que me llevará a San Marcos.
Guillermo, sé prudente; Cáncer, sé prudente…
Estaba en el entretiempo, afuerita de mi salón de inglés, conversando con mi partner, con mi amiga que gusta del tenis, mi adorable compañera Milagros, recordando nuestros exámenes de admisión en aquel marzo del dos mil seis, cuando escucho la musiquita intimidante de cuando el Caballero de Géminis hace su primera aparición ante Cisne Hyoga y Andrómeda Shun (ver Saint Seiya); la cosmos energía dorada inunda el pasillo y se oyen los chasquidos de tacos de una mujer de bandera.
- Milagros, confía en mí: entremos al salón – generalmente siempre nos quedamos afuera hasta que el profesor regrese ya que ahí podemos charlar más amenamente.
- ¿Ah? No entiendo.
- Si no entramos ahora tendremos problemas.
- Pero Guille…
- Ya es tarde, perdóname, entra al salón tú… (con voz heroica: ¡Yo la detendré, tú huye!)
Era ella…
Nota del autor del blog: Para mí, románticamente, los hombres se dividen en tres grupos:
A. Los hombres felices: ellos no tienen su respectiva ‘Ella’, aún no conocen eso que creemos amor y por ello son bienaventurados.
B. Los que se creen felizmente comprometidos: Su ‘Ella’ genera leves problemas, como todas, sin embargo y siendo justos, el mayor problema generalmente son ellos. Son los ‘ganadores’, los que llevan los pantalones en las relaciones, los que disponen, los que tienen embobadas a sus enamoradas; los machistas celosos. Nunca han sufrido por estar con una chica y por ello vagamente conocen el término ‘enamorado’ ya que lo leyeron en el diccionario.
C. El grupo al que pertenezco: Estos chicos sólo tendrán una ‘Ella’ en toda su vida. Son los típicos perdedores en el amor, pero sin embargo, los que más han sufrido por la musa, los que pelearon mil y un batallas, los que a guisa de Ulises vivieron su Odisea para poder estar con la ‘Ella’ caprichosa, vanidosa y hermosa. Sin embargo, al mes de la relación fueron abandonados, Ella corta la relación amorosa, no más besos, no más cafés, no más ‘Te quiero más siete, Guishe’, ni siquiera en sueños otro ‘I love you so much’, pero Ella continúa ahí, inmortal en la figura dorada de ‘Ella, mi ex enamorada’, porque desde pequeña comprendió que para los hombres como enamorada es mortal, pero como EX es eterna, divina, como Mundra el Inmortal. Generalmente son diabólicamente bellas como astutas, viles y macabras como los más grandes villanos de las tiras cómicas de Batman. Tendrán otros enamorados, miles, pero siempre estarán en tu camino, porque tú ya lo sabes: ambos se complementan, se odian, pelean, pero como un tumor maligno, son una parte de ti que jamás podrás separar hasta el día en que te maten .por fin y de una vez por todas-.
(Continuemos)
Era ella…
- Rayo de Aurora, ¡ataca!
- ¡Hyoga, no!
- ¡Ahhh!
Me siento invadido, indefenso. Ella entra ahora también en mis clases de inglés, hermosa, con un sueldo de dos mil soles al mes, con tacos, maquillaje, radiante, y yo; mediocre, con zapatillas, un buzo, mi PEPSI cola en mano y mi barbita de cuatro días. Le ofrezco mi botella, ella acepta y le da un sorbo, se saca los audífonos y desenfadadamente, sin decir ‘hola’, dice:
- No puedo creer que te haya gustado ‘El Parque de las Aguas’, es la peor huachafada que pudieron construir en Lima.
- Al menos es original. Además tienen el Premio Guinness al chorro de agua más alto del mundo.
- Yo fui dos veces: una con Jaime (mi ex mejor amigo) y luego con mi familia. ¡Ag! (y el rostro que pone es más claro que cualquier emoticono de la computadora)
- Supongo que es cuestión de la compañía, ¿no?
El tiempo se acaba, el profesor regresa, tengo que volver, me despido y veo cómo se aleja por el largo pasadizo mientras que yo me siento como Batman, encerrado en el asilo de Arkham, observando como el Joker se aleja. Me siento en mi carpeta, Milagros me esquiva la mirada, le doy el último sorbetazo a mi PEPSI, hago una canasta con mi botella en el tacho de la basura, el profesor ordena abrir los libros en la página setenta y siete y se oye una estruendosa risa femenina y los eternos chasquillos de los tacos alejándose por el pasillo.
Post Scriptum
Hyoga es enviado por Géminis hacia la casa de Libra donde finalmente se enfrenta a Acuario (vaya enredo en las Doce Casas). Hyoga no puede apartar sus sentimientos y es derrotado y sepultado por su maestro, Camus de Acuario… Ella es Acuario, y bien lo dijo mi amigo Mondri, mi astrólogo personal: “Cuidado, Cáncer, ya que Acuario, de entre todos los signos del zodiaco, es el más capacitado para hacerte papilla”.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Enemigo de la pureza de las cristianas
- Pero qué raro, ¿no Guille? – dice Betsy, repentinamente, devolviéndome a la iglesia (inquisidora)-
- ¿Qué cosa?
- Que sólo quieran hablar contigo y con Yoselin.
Felizmente escapo a esa afirmación interrogativa… ¿felizmente?, y Yoselin se levanta, se dirige hacia Betsy, le pide que la acompañe y se despide fríamente de mí sin notar siquiera que estoy usando el polo beige que ella me escogió aquella vez en ‘Ripley’ mientras reía diciendo que, en el hipotético caso de tener yo un mejor empleo y de ser ella mi enamorada, renovaríamos totalmente mi clóset. Nos vemos, Yoselin. Y paso a sentarme en la silla eléctrica. Roxana me mira seriamente, yo saludo, responde la cortesía, me pregunta cómo he estado emocionalmente, yo le respondo que mi corazón se quedó en un parque sanmarquino por lo que ahora estoy emocionalmente en vacaciones, a ella no le hace gracia mi broma y me pregunta si es que hay algo que le debo contar, ello me devuelve a mi infancia cuando mamá me preguntaba por algo que ella ya sabía, intentaba sacar mi versión de los hechos…
Cuatro semanas antes…
Caminaba yo sin rumbo por mi barrio. Para los que me conocen ello es algo normal en mí, no andaba -como Roxana cree- con malas intensiones ni con un sombrío plan entre dientes. Caminaba porque en San Marcos suelo caminar mucho durante mis horas libres, porque me ayuda a despejar mi mente del presente, porque puedo aturdirme con los recuerdos y las calles y algún chocolate comprado en alguna tienda. Empieza a oscurecer lentamente y decido que si voy a regresar a casa, lo mejor será no hacerlo con las manos vacías, así que entro a una panadería y una chica me saluda.
- Hola, Guille, ¿qué haces por acá? (pregunta boba)
- He venido a comprar pan (respondo lo obvio).
- No, pero pareces triste, ¿te pasa algo malo?
- Para nada, sólo estaba pensando… Aunque sí, se va a estrenar Sherlock Holmes y no tengo con quién ir.
- ¿Es una película?
- Sí (nuevamente lo obvio se hace presente). Es de detectives. ¿Nunca has oído de Sherlock Holmes? En fin. La pela será de acción con un exquisito sentido del humor.
- ¡Oh! A mí me gustó mucho ‘Yo Robot’ (este es un blog intelectual pero citaré cierta doctrina humorística autorizada que recordé en aquel instante: ‘¡Plop!’)
Así Yoselin y yo quedamos en ir al cine el martes. Durante el tiempo de ‘dulce espera’ recapacité mucho sobre aquella cita, los posibles efectos que tendría puesto que más o menos ya me conocía las ‘reglas divinas de la iglesia protestante’. Alguna vez, cuando yo era un buen creyente y tenía dieciséis años invité a una amiga de la iglesia al cine y su mamá me dio un listado de requisitos donde el más ‘jodido’ era el de llevar a un chambelán de confianza (de confianza de la señora), y claro, por supuesto, yo debía correr con los gastos también de la entrada de éste. Ya para ahora eso no me procuraba el mayor cuidado, simplemente, si debía llevar a alguien más le podía pagar treinta soles para que se meta a cualquier ‘vicio’ y no me molestara en 4 horas. En fin. Llegó el día y acudí sin muchos convencionalismos a recoger a Yoselin. Crucé la calle, doble la primera esquina, terminé de peinarme, guardé mi peine cuando me encuentro con Maritza (integrante también de mi célula).
- ¿Para dónde vas tan arreglado? ¿A visitar a Yoselin? Cuidadito, ¡ah!
- Sí, no te preocupes, conozco las reglas (y por eso me la llevo ahora, ya que luego ya no podré, malvados fanáticos –añadí mentalmente-).
Como ya es costumbre en las mujeres (es ya una tradición), Yoselin demoró unos quince minutos terminando de arreglarse, y así, cuando emprendimos el ‘ilegal’ viaje, fuimos sorprendidos –de nuevo- por Maritza.
- ¿Para dónde vas, niña? –dijo ella.
- Nos vamos al cine a ver una película. – La capacidad que tenía Yoselin para anunciar lo razonable era verdaderamente increíble.
- Bueno, Maritza, nosotros nos vamos, hasta luego. – Huí ‘raptando’ a Yoselin.
Ya en el cine me depararon una serie de cómicas situaciones al estilo de ‘La Familia Peluche’.
- Guillermo, hay que sentarnos acá abajo.
- Pero no vamos a poder ver bien, desde arriba se ve mejor.
- Pero mira, de acá la pantalla se ve grandaza.
- Cuando empiece la pela vas a estar con el cuello doblado hacia arriba.
- Está bien, subamos. Mira, Guille, hay que sentarnos en los lados porque los sitios son de a dos y nadie nos molestará (tal argumento no me pareció muy cristiano de su parte).
- Pero la gente va a entrar por acá y cuando salgan al baño nos van a tapar.
- ¡Ay! Tienes razón, entonces vayamos hasta el otro extremo, nadie nos molestará ahí.
Tome esto en cuenta, querido lector: yo estaba cargando las gaseosas y la canchita gigante y no era fácil llegar a sentarme, repartir las provisiones, para levantarme, recoger todo, y volver a buscar sitio vacío, para volver a acomodarme y, de pronto, volver a levantarme hasta que Yoselin esté cómoda.
Luego, apagadas las luces, y comenzados los comerciales, preguntaba continuamente: “¿Esa es la (película) que vamos a ver?; ¿Es esa?, ¿Ya comenzó?” Y también, ya comenzado el filme, me pregunta si “¿Watson está vivo?”, “¿Él es el malo?”. Pero nos divertimos bastante, y ni la pela ni la canchita decepcionaron. Además que ella fue muy linda.
En fin. Volviendo al presente. Hablé con Roxana, asumí todas las ‘responsabilidades’, mi acto fue calificado como un ‘agravio a la pureza de Yoselin, quien es una señorita, Guillermo, ¿cómo pudiste?’ Mi pena, la estoy cumpliendo: llevo un curso de ‘Sanidad’ los días martes, donde un psicólogo cristiano escudriña en mi pasado y trata de responder al porqué Guillermo busca cariño en sus compañeras de iglesia.
ANUNCIOS:
* Agradecer en gran manera a Ave de Estinfalo (su blog; entretenida bitácora sobre sus ocurrencias en Méjico: http://avedeestinfalo99.blogspot.com/) por el Premio de la semana pasada. Un abrazo, querida Nefertiti. Y, sobre la foto, necesito tu correo para enviártela. El mío lo puedes ver en mi ‘perfil’. A propósito: hoy el Juan Aurich de mi país (Perú) le gana al Estudiantes Tecos del tuyo (Méjico).
* Voten por Bayly, al menos hasta segunda vuelta, sólo para joder, queridos hermanos. “Por eso Jai, Jai, Jai; Jaime pa’ presidente” (bis). Como sea, Ollanta no puede llegar al poder, ¡Carajo!
* Fanáticos del cómic: a partir de este sábado sale el cómic de los últimos días del Capitán América por Perú.21, no pueden perdérselo.
ACLARO: No tengo nada contra la Iglesia Evangélica, yo mismo soy un cristiano protestante (perdónenme, soy un Judas, lo sé), y jamás lo sería si no creyera en ellos y en la fe que los mueve. Este post debe tomarse como una vil broma de mal gusto. Y sobre este punto, busquen en el ‘youtube’ a un cantante llamado Marcos Vidal, es muy bueno, en especial escuchen ‘Cara a Cara’ o ‘El Niño de Belén’.
jueves, 21 de enero de 2010
Ángeles Nocturnos y el blogger más duro que codo de Robocop
martes, 19 de enero de 2010
'Web-ando' en la oficina
- Inicia el día; me conecto al messenger y saludo a todos los viciosos que desde temprano se conectan, y a los trabajadores como yo.
- Con mi café en mano, intento tomarme revancha de ese desayuno frente al televisor, viendo el noticiero, frustrado por haberme quedado dormido; www.peru21.pe Noticias y blogs. Cuando hay Copa Libertadores, Sudamericana, o Elminatorias; http://www.depor.pe/
- Tras haberme informado a grosso modo de las principales noticias nacionales e internacionales, paso a las noticias de la farándula local: http://www.facebook.com/
- Para los que gustan del deporte extremo por excelencia; ajedrez internacional en línea: www.flyordie.com Hay un ajedrecista muy bueno en nivel verde que se hace llamar Vagabundo007.
- Para descargar programas, juegos, música, series, etc.: http://www.x-caleta.com/
- Vale mencionar que algunos compañeros de la universidad se desestrezan jugando Counter Strike.
Sea como sea, para bien o para mal (de la vista), levanto mi tacita con café en alto para brindar por nuestras computadoras.
Y tú, ¿qué páginas frecuentas desde la oficina?